objetivo era “convencer” a la población iraquí de la necesidad y conveniencia de
poner fin al apoyo a Saddam. La actual ofensiva fue programada basándose en el
supuesto de que esta población ya está “madura” para ese proceso.
Y se produjo la nueva agresión contra el pueblo iraquí: no bastó con que gran parte
de la población de muchos países de todas las partes del mundo se movilizara contra
la guerra, como nunca antes había sucedido.
Ciertamente, el 15 de febrero de este año 2003 será recordado por mucho tiempo
como el día en que los pueblos del mundo se movilizaron contra la guerra y el
imperialismo estadounidense. En muchas ciudades de Europa, América, Asia...
millones de manifestantes gritaron contra la entonces anunciada intervención militar
en Irak. En Londres, un millón de personas se manifestaron contra la política del
gobierno Blair de apoyar la política militar del presidente estadounidense Bush. Algo
similar ocurrió en otras ciudades inglesas. En mi país, España, cuyo gobierno se
comporta como un lacayo del imperialismo estadounidense, varios millones de
ciudadanos rechazaron esa política en muchas ciudades con manifestaciones que son
las más grandes jamás recordadas. Incluso en los propios Estados Unidos, metrópoli
del imperialismo, muchos hijos de ese pueblo proclamaron que no quieren que el
petróleo se obtenga al precio de la sangre de los iraquíes. También en Berlín, París,
Roma, Bruselas y otras ciudades europeas, así como en Asia, el mundo árabe,
América Latina y otros lugares, una gran parte de la gente comprendió que el
pretexto de luchar contra Irak para destruir el peligroso y amenazador arsenal de
S
adda
m H
ussein es sólo eso
,
un pretexto
,
y que la verdadera razón de esta agresión
estadounidense contra Irak es el intento de controlar las fuentes de petróleo de ese
país y demostrar ante el mundo entero que no hay fuerza en este planeta capaz de
oponerse al todopoderoso dueño y policía del mundo.
La gran fuerza de la potencia imperialista actúa también en el ámbito ideológico y
propagandístico. En ese ámbito, el propósito de justificar la agresión contra un país
árabe-musulmán como Irak se basó en algún esquema que podemos llamar una
“cruzada cultural y/o religiosa”, es decir, preparar las mentes de los ciudadanos de
los países de Occidente para aceptar las agresiones (el año pasado a Afganistán y
ahora a Irak) sobre la base de que se trata de pueblos, como los árabes, con una
religión y una civilización diferentes a las de Occidente. Este esquema de
contradicción o enfrentamiento entre posiciones fundamentalistas se ha visto avivado
en cierta medida recientemente en varias zonas de ese territorio: recordemos la
agresividad de los talibanes afganos contra los símbolos religiosos del budismo y
otros y también está el hecho de que la segunda intifada palestina y la reacción israelí
explícitamente presenta la ciudad “santa” de Jerusalén como el objetivo de la batalla.
Estos y otros casos similares (como el caso Shalman Rusdie) alimentan la
credibilidad del mencionado esquema, y la propaganda estadounidense (por
supuesto, sólo la dirigida a los países occidentales) se basa en este esquema, la
desinformación y la distorsión. de la opinión pública sobre la lucha contra Irak.